Portomarín, un pueblo donde es preciso discernir entre una historia antigua y una renovada construcción detrás de la que queda la sombra del inundado Portomarín medieval.
El viejo pueblo se hallaba en el margen derecho del río Miño, un enclave creado gracias a la luz del Camino de Santiago. En su momento, contaba con dos barrios: San Pedro y San Juan, los cuales sumaban un total de 750 habitantes; ambos tenían sus iglesias medievales, destacando en importancia la iglesia de San Juan.
En la década de los 50 por un ambicioso proyecto hidroeléctrico, el viejo Portomarín queda sumergido bajo las aguas del río Miño iniciándose así la reconstrucción del nuevo pueblo para la cual se elegirá el «Monte do Cristo».
En esta reubicación también se decide el traslado de determinados monumentos del antiguo pueblo como es la iglesia de San Juan, la capilla de la Virgen de las Nieves, la fachada de la iglesia de San Pedro o el Pazo de Berbetoros. Todos estos monumentos hacen que Portomarín sea uno de los municipios más ricos en monumentos del románico.